Pedro, fundador de Finca La Rosala, inició tostando frutos secos en casa siguiendo la tradición local.
Con el tiempo, añadió ingredientes innovadores y su reputación creció hasta convertirse en la empresa exitosa que es hoy en día.
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Pedro, fundador de Finca La Rosala y apasionado desde pequeño por los “panchitos”, nombre que recibe el cacahuete en su comarca, comenzó a tostar todo tipo de frutos secos en el horno de su casa siguiendo la antigua tradición de su vecino.
Poco a poco, fue añadiendo ingredientes innovadores y su fama se expandió hasta convertirse en lo que son hoy en día.